Haunted debe ser mi palabra favorita en el idioma inglés.
Tiene una sonoridad particular. Puedo sentir las letras de la palabra cayendo de mi boca una tras otra, persiguiéndose en la cadena del lenguaje. Haunted.
Creo que me cuesta pensar en un equivalente para la palabra haunted en el español. Por lo menos uno que sea capaz de englobar los mismos sentimientos. En general, considero el español más, diverso e interesante para escribir y para leer — Pero bueno, no deja de ser mi lengua materna, así que imposible dar una opinión no sesgada. Sin embargo, esa palabra haunted, se desdobla en una cantidad de significados, escapando cualquier intento de traducción.
Haunted, contiene una evocación fantasmagórica, eso es evidente, como en una haunted house —casa embrujada — pero a diferencia de su directa contraparte española — embrujado /a— no se limita a ello. To be haunted no requiere fantasmas. En ciertas formas, pareciera evocar el vacío, que se llena de algo que inquieta, que intranquiliza. Creo que con solo pensar en la palabra, puedo sentir cierto frío en mi boca, una presencia que me mira desde el espejo, un rostro familiar que me cuesta reconocer, pero que, al igual que yo, está profundamente asustado. Haunted.
Creo que el poder de esta palabra sobre mí radica en su ambigüedad. Haunted… ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Qué es? Creo que la magia radica en que no se trata de un estado impuesto por alguna circunstancia externa, sino más bien un sentimiento. Puedo decir I feel haunted. Y no necesito espectros para justificarlo. Quizás solo mirar a mis pasos sobre la nieve que parecen ir a ningún sitio, o los suspiros que el frío invierno hace visibles. La sensación de silencio, al abrir cada puerta, los sonidos que se atreven a escaparse de la calma nocturna, las gotas de la regadera, qué se niegan a detenerse, aun cuando he cerrado la llave, la cotidianidad esperando a convertirse en tragedia, o la misma cotidianidad que aguarda en silencio por milagros, por palabras que no llegan, o palabras que nunca dejaron mis labios. Haunted.
Mi pensador favorito del momento es Mark Fisher. Un crítico cultural inglés que diagnóstico como nadie los problemas psíquicos de la sociedad moderna. Su relación intrínseca con el capital, formas modernas de producción y lo que entendemos por cultura. Su último gran libro antes de su inoportuna muerte, titulado Ghosts of my Life. I feel haunted by his thoughts.
Los fantasmas de Mark Fisher son los fantasmas de todos, todos un poco asediados por la existencia moderna, por una sociedad psíquicamente enferma, llevada hasta los límites por sus propias construcciones sociales y métodos. Para Mark Fisher, el futuro, nuestro futuro fue robado, el futuro le pertenece ahora a los fantasmas. Pero estos espectros poco tienen que ver con poltergeist que causan estática en televisores y celulares, o con cintas de video embrujadas.
Son espectros, o zombis reanimados de los sueños muertos. De la idea de que nuestras vidas podían ser diferentes, que podríamos llegar a encontrar sentido en otros, que seriamos parte de algo más. Que el éxito en la sociedad neoliberal y sus valores equivale a la felicidad. Mientras tanto, la modernidad se encargó de llevar al patíbulo los sueños, y ahora nuestra sociedad engendrada en las entrañas del neoliberalismo, nos atomiza, aísla, nos separa de los otros. Arrojados uno sobre otro, uno tras otro en perpetua competencia por recursos artificialmente escasos. La sombra perpetua de la tragedia sobre nuestras cabezas.
It’s easier to kill the living than the undead
-Mark Fisher
Haunted. To be Haunted, en sueños, en la fila de supermercados, en cada momento. Los fantasmas más terribles habitando los mismos espacios que creemos seguros y sagrados. I feel haunted. Pasando frente a una iglesia, recordado las palabras de algun anciano. Haunted, por las veces que he fallado, por las veces que tuve éxito y eso tampoco fue suficiente. Haunted, en el pasado presente y futuro, donde cada suspiro, es un vehemente desafío a los fantasmas.
Mejor le doy replay a esa canción.